domingo, 29 de julio de 2012


Me atemoriza la idea de abrir recuerdos, sumergirme, volver a vivir, sufrir, retornar.
Ya me he reinventado, no quiero ser lo que yace en mí, no quiero tener un viejo y añejo cuerpo de pecaminosas cicatrices, no quiero sentir el vacío que me asecha en los Domingos huraños, o en el primer día del mes. Quisiera desvanecerme y ser invisible, conocer el mundo desde el etérea naturaleza; sin embargo mis sentidos me han anclado a este terreno  inestable de los sentimientos y sensaciones, donde los placeres y desconciertos  se experimentan con rapidez.
¿Cómo puedo evitar la tristeza? ¿Cómo me mantendré alegre?
No es por cierto, el contraste quien abraza con como fuego.

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