La
aspiración de este día tiene, desde su nacimiento en el tiempo, es el de una
entonación trascendental, aunque se caracterice por palabras comunes, hábitos
cotidianos y apariencia simplista; este
día, como toda época romántica, es
una aventura cotidiana que hay (por
obligación artística) que trasmutar en un hecho poético y por lo tanto
penetrante. Cuando el ambiente de la rutina se a empoderado de todos los
rostros inertes, se ha agolpado con sus presiones, maquinaciones y engaños
sobre el “ser humano” este pierde toda capacidad para ver la fantasía contenida
en el entorno de su mundo, las enajenadas masas de hombres sobreviven por su
ración diaria de alimento, sin prever las consecuencias que la renta de su
libertad acarrea. El mundo está alienado (pero no todo el mundo) las gentes se
equivocan porque venden al primer postor sus vidas, suprimen esperanzas
de otro mundo y se conforman con suprimir sus ideales, tanto que sus
posibilidades como ser humano se ven reducidas a la fuerza y producto de sus
esfuerzos diarios , en este caso al trabajo que les absorbe.
Los seres humanos “aptos” esquivan su responsabilidad real, pues resulta más
cómodo no pensar ni asumir responsabilidades para con la sociedad, son pues
individuos ordinarios sin más aspiraciones que las que las pantallas (centro de
información) le presenten como opciones; los medios de comunicación cobran
mantienen una influencia que trasciende
en todo ámbito, desde estos se regulan los sentimentales, los propósitos, se
establecen las normas de la sociedad, se evidencian los comportamientos que
aseguran el éxito dentro del sistema capitalista.
Es realmente preocupante este hecho: si me acercara a examinar la mentalidad de
mis compatriotas que por herencia es también la mía, podría con vergüenza
asegurar que nos identifica una “deshumanización” generalizada, la dignidad ni
la igualdad son ahora un principio; antes bien, la estructura del sistema
social en el que nos encontramos inmersos contradice todos los valores,
promueve la decadencia, crea escapatorias pasajeras que pretenden ocultar
nuestra necesidad vital de ser realmente humanos con el derecho de pensar,
vivir y trascender.
Si intentara adivinar donde se esconden los seres excepcionales, podría
emprender un viaje por las calles de mi ciudad, desde las aceras los mendigos
contarían su historia, los conductores me hablarían de política y economía, los
tenderos, mujeres, empresarios, todos
ellos concordarían en que poseen ideas propiamente humanas, muchos de ellos con
pistas para solucionar el futuro*. Lamentablemente, también estarían deacuerdo
con que son “gentes” imposibilitadas para actuar, pues se han resignado al rol
que desde esta mediocre y abominable dinámica social “les toco “jugar. Son pues historias dentro de los camiones de
basura, tesoros dispuestos en las casas de ladrillos, pasos nunca emprendidos
por el hambre, pies descalzos imposibilitados para correr las grandes
distancias de la transformación.
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