Pisar la tierra del pueblo escultor, es una experiencia que inspira
mágicos sueños, despierta poderes inusuales, transmite una fuerza especial y
transforma al caminante que ha sido llamado a estar en un territorio de
especial significado.
Durante un sueño extraordinario vinieron a mí las imágenes de tres esculturas, las cueles me incitaron a emprender mi viaje
por la ancestral cultura de los semi-dioses de piedra que luego reconocí.
Un Gran hombre me recibió: David Dellenback , un arqueólogo de gran experiencia
y sabiduría, estudioso de las estatuas del pueblo escultor, investigador
valioso quien escribió un hermoso libro dedicado a San Agustín denominado: Las
estatuas del pueblo escultor, que recomiendo leer y citó.
“El pueblo escultor, durante muchos siglos antes de la invasión europea, habitó
las cabeceras del Río Magdalena, en el valle de San Agustín y el Macizo Colombiano,
al sur de Colombia. Ellos fueron los creadores de cientos de majestuosas
estatuas en piedra, muchas de las cuales aún permanecen en sus sitios
originales. Todas son representativas, todas encarnan lo extraño, figuras fantásticas,
cada una de ellas única, evocativa y sugestiva.”
con quien tuve el honor de compartir
conversaciones llenas de enseñanzas, a quien pude observar en sus tareas
colmadas de tenacidad, fuerza y paciencia; Él dejo una impresión en mi de
valerosidad; su dedicatoria, concisa y
universal: -Que bella es la vida ¿Si o No?.
Martha Gil, su esposa, me enseño sobre la sensibilidad, sobre lo valiente que
significa ser mujer, la creación puesta en marcha en la mente que imagina, ordena, genera arte, brinda consejo, enseña secretos de sanación y justicia.
Visite el pueblo, donde encontré personas de corazón humilde y bondadoso, con quienes aprendí y establecí vínculos de fraternidad; siempre sentí que el espíritu fluyo con una fuerza más intensa que la propia, los acontecimientos eran milagros que en cada paso percibía; mi espíritu siempre estuvo tranquilo y todo funciono como un truco del mejor mago del universo: el creador.
Junto a ellos compartí una experiencia inolvidable, pues por sobre el conocimiento ancestral, se encuentra el espiritual, que ellos manifestaban sin necesidad de pregonar a los vientos su profundidad, sino que en la práctica de su diario vivir, sus comportamientos, y en especial con su generosidad para con su huésped.
El hogar era confortable y hermoso, puesto que la relación con la naturaleza era constante, las energías divinas de Krisna se percibían en los sonidos persistentes de las aves e insectos, en los arroyos secretos y la disposición de las plantas que ellos cultivaban; vivían cerca al parque arqueológico de San Agustín, que tuve la oportunidad de visitar y fotografiar; cuando entre, quede anonadada debido a la belleza y misterio de las estatuas, algunos secretos que solamente los símbolos pueden transmitir, agradecí el grandioso regalo de encontrarme protegida por las figuras detalladamente talladas, el prodigioso designio que me permitió ver más allá de la piedra. El alto de Lavapatas es poderoso por sí mismo, tiene bellísimas esculturas que gobiernan desde la cima el orden de las representaciones que poseen dones de sacerdotisas, guerreros, doble-yo cosmologías complejas que demuestran la profundidad del pensamiento de los habitantes milenarios.
Otro lugar excepcional que alcance a visitar, fue el Alto de los Ídolos en donde se encontraban figuras arquetípicas femeninas, la experiencia la lleve a cabo en soledad, lo que me permitió sentir profundamente el poder del pasado que recae en el presente.
http://www.opanoticias.com/local/huilenses-cuestionan-traslado-temporal-de-20-estatuas-de-san-agustin-a-bogota_20884#
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