domingo, 10 de febrero de 2013

Ruta hacia el origen: Iguaque





Ir en búsqueda del origen siempre supone un encuentro con uno mismo, es el dialogo constante con el ser humano que se representa a si mismo por medio de gestos y palabras. Surgen preguntas primordiales, cuestionamientos profundos remueven los restos de nuestros temores, aparentemente caminamos solos, pero estamos rodeados por la naturaleza con su excelsitud, estamos acompañados por un espíritu mas fuerte que nosotros, los caminantes transitorios de este mundo; la mente, inicia un juego de roles, donde las escenas de la vida se muestran como ajenas, los recuerdos son nuestra pantalla; somos espectadores del espectáculo de la vida, donde se evalúan los pasos, se entretejen los vínculos de amor, se muestran sin mascaras los errores...Es la ruta hacia el origen un enfrentamiento entre lo que se es y se quisiera llegar a ser, entre la debilidad y la fortaleza, entre la dificultad y la victoria, un entrejienido triangulo entre lo físico, lo mental y lo espiritual. ¿en que lugar de la ruta esta el espíritu? Todo lo trasciende, todo lo examina, todo lo jalona, los pasos que son firmes, los pasos que escalan las escarpadas montañas, los constantes pasos que durante horas marcan el camino, los ojos que observan, la cabeza que piensa, alaba, duda, cuestiona, distrae, enfoca, percibe...

En la sima de la montaña, viendo desde lejos la laguna comienzo a sollozar, es la tristeza y la felicidad fusionada en un mismo sentimiento, no solo es el sentimiento, es la sensación física de estar cerca a la meta, el áspero acercamiento, la gloria en la distancia. Continué caminando y la encontré, solitaria, batida por la brisa, iluminada por el sol; alrededor las montañas semejaban el paraíso, los frailejones, el canto de las aves, la laguna, las rocas, la llegada, eran la fuente de felicidad y vida para esta insignificante aprendiz...Un encuentro entre ella y yo, la madre que todo lo gesta, la tierra que abarca la vida, la inmensidad.  Estando ya en la laguna, solo podía agradecer, adjetivar el momento con palabras inexistentes de plenitud,  intensos sentimientos se entronaron, desee ofrendarme, para ser por fin un instrumento de amor. Ya era demasiado tarde para retornar, hubiera sido un peligroso  devolverme cuando el ocaso lo comenzaba  a dominarlo todo, no tenia carpa, debí dejarla atrás cuando una de las guarda-parques quiso obstruir mi propósito,debido a que no estaban dejando subir a nadie, necesitaban algo que les garantizara que iba a regresar el mismo día para que la policía ambiental pudiera sancionarme al haber violado la ley; para algunos pueden sonar ilógicas las decisiones que tome en ese momento, pero la pugna del espíritu me impulso a seguir mi camino, a llegar, a caminar durante cinco horas, a vivir una de las mejores experiencias de mi vida. La noche fue hermosa, controle el frió con la mente, el páramo era un lugar misterioso, el génesis de la vida, los frailejones eran guardianes, el pensamiento mi amigo, la meditación mi fuerza, la roca mi protección  el cielo el universo entero, los misterios expuestos. Eran las 6am  el amanecer y las delicadas nubes de neblina sobre las montañas anunciaron una forma de despertar; pasaron 12 horas desde que llegue hasta que descendí, tiempo en el que estuve introduciéndome en los incógnitas de la vida, donde quise conocer a Dios y me pude aproximar a el. Cuando comencé a bajar mis pasos tenían otro sentido, la dirección del que una vez a obtenido respuestas, requiere efectuar cambios, los pájaros eran de todos los colores y tonalidades, sus silbidos eran  música celestial; las quebradas, la panela y el tabaco fueron el refugio a mis necesidades animales, las plantas, de todos los tamaños poseían perfectas adaptaciones, eran exclusivas y hermosas, definitivamente nunca estuve sola, solo regresé al origen, en donde Bachúe algún día se sumergió.




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