viernes, 1 de febrero de 2013

Credo de la gran contradicción I


La confrontación entre credos nos ha dejado como herencia, la colectiva desazón de la guerra, las masacres que en la historia han cobrado con la destrucción de mas culturas y vidas,  tienen una razón religiosa que se sustenta en la defensa de “una verdad” cuyos  principios no conciben otras prácticas religiosas como aceptables. En base a esta perpetuada intolerancia, los fanáticos religiosos  han estado dispuestos a cometer crímenes que su fe-vista desde los principios generales religiosos, entre los que se cuenta con el amor universal o el no matar- no admitirían. Pese a esto, el ser humano siempre ha encontrado las formas para justificar sus acciones por más indolentes y salvajes que estas parezcan, el radical etnocentrismo, nos ha impedido ser individuos capaces de reconocer la pluriculturalidad, no nos permite evaluar los puntos divergentes con una mirada respetuosa, nos limita en las diferentes formas de experimentar a Dios. Debemos reconocer que en el curso de la sociedad moderna ya no es admisible una cultura totalmente cerrada a las influencias externas, en el punto social en el que nos encontramos podemos profundizar en el ámbito intelectual y espiritual sin alguna restricción específica, excepto la del prejuicio auto-impuesto o el social.
Deberíamos, en este nivel preguntarnos: ¿Existe una verdad universal? Y si así es, ¿Esta recibe la denominación de una única religión? No será, que podríamos llegar al conocimiento profundo de Dios, sin necesidad de enmarcarlo dentro de un conjunto muy específico de rituales, sino que, este descubrimiento va surgiendo desde el alma misma, como una necesidad de conocer y entender el universo como un todo funcional y perfecto, que el percibir esta energía, fuerza vital, poder divino…ya es una experiencia religiosa, un sagrado momento en donde se descubre el génesis de la vida sin límites humanos, sin rigurosos mecanismos que  encierran al espíritu en una ficticia burbuja de normas establecidas por la sociedad. Enunciaba el Dalai Lama en su libro las leyes de la vida,  la necesidad de una relación estrecha entre las religiones, que nos permitiría un avance espiritual y por lo tanto beneficioso para la sociedad en general.

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