ue todos llevamos a cuestas, no me excluyo de ello porque la siento ta vivida cuando estoy junto a ustedes, que ya soy parte del juego. En este momento de mi vida debo tomar decisiones, algunas muy radicales y superficialmente egoístas, pero es que en realidad siento que no podre sobrevivir durante mucho tiempo en esta gran ficción, no solo me afectan las relaciones de consanguinidad, también me molesta la indiferencia de mis fraternos; el escenario de esta sociedad, la letal, la tecnológica, la alienante, la mutiladora...me causa una enfermedad degradadora con cadena perpetua; no lo soporto, ni me conformo; pero no valdría esforzarse durante siglos si consideramos que somos seguidores del "desarrollo" que yo denominaría "involución".
El panorama hasta el momento no deja de ser un memorandum sobre aquello que como sociedad no hemos hecho bien, sino que quiero poner sobre la mesa una cuestión aparentemente simple: ¿Es posible el cambio? Sí así es, seguiré en este constante caminar, desgastante cuando el paso es frenético, irreflexivo, oprimido por los obtusos sistemas de la modernidad.
Y aun así, existen personas acopladas al sistema que prefieren sollarse el momento, con placebos materiales, con masivos instrumentos que los aconductan con regulares dotaciones de creencias que saturan sobre sus vidas incompletas; aun así no pueden (ni quieren) hacer nada por trabajar comunitariamente por el bienestar.
En realidad, nuestro transcurrir son solo pequeños saltitos hacia la utopía que se encuentra a años luz de nuestras mentalidades y corazones. Aunque generalizo, cometiendo por esto un gran error, porque he juzgado acerca de aquellos que piensan de otra manera, sobre aquellos que trabajan por sanar sus heridas, por construir su pensamiento, por nutrir su espíritu, por aprender desde el cuerpo, por conocer desde el instinto y la naturaleza...Este escrito no tiene conclusión ni fin, ni siquiera una certeza como afirman las religiones, estas lineas cargan consigo un único llamado, el de la transformación.
El panorama hasta el momento no deja de ser un memorandum sobre aquello que como sociedad no hemos hecho bien, sino que quiero poner sobre la mesa una cuestión aparentemente simple: ¿Es posible el cambio? Sí así es, seguiré en este constante caminar, desgastante cuando el paso es frenético, irreflexivo, oprimido por los obtusos sistemas de la modernidad.
Y aun así, existen personas acopladas al sistema que prefieren sollarse el momento, con placebos materiales, con masivos instrumentos que los aconductan con regulares dotaciones de creencias que saturan sobre sus vidas incompletas; aun así no pueden (ni quieren) hacer nada por trabajar comunitariamente por el bienestar.
En realidad, nuestro transcurrir son solo pequeños saltitos hacia la utopía que se encuentra a años luz de nuestras mentalidades y corazones. Aunque generalizo, cometiendo por esto un gran error, porque he juzgado acerca de aquellos que piensan de otra manera, sobre aquellos que trabajan por sanar sus heridas, por construir su pensamiento, por nutrir su espíritu, por aprender desde el cuerpo, por conocer desde el instinto y la naturaleza...Este escrito no tiene conclusión ni fin, ni siquiera una certeza como afirman las religiones, estas lineas cargan consigo un único llamado, el de la transformación.
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