lunes, 3 de diciembre de 2012

Allí, de donde viene mi pueblo, se cultivó el maíz, el amor y la sabiduría; se cuidó de las aves y la libertad, se recogieron los frutos de la tierra. En torno a lo que nuestros hermanos los animales nos brindaron, constituimos nuestra hist
oria:
Sus pieles fueron ofrecidas en agradecimiento a los servicios que los dioses y espíritus nos daban; en mi pueblo fue vertida la medicina de su sangre, fue adornada su cabeza con coronas de plumajes multicolor. Cuando el hombre blanco irrumpió como bestia a despojarnos de nuestra cosmovisión, murió allí nuestra sabia relación con ustedes, nobles seres vivos.
No puedo pedir perdón por atroces actos contra ustedes ejecutados: no puedo devolver la sangre succionada, cortar las correas asfixiantes engarzadas a su naturaleza libre, no puedo absorber los líquidos adheridos a sus genes ni puedo destruir todas las jaulas fabricadas para su cautiverio, no puedo cubrir con el precio de la sabia cortada, ni cargar con el precio de las especies extintas por razones humanas.
Me duele el vientre, carne que es como mi carne, pluma que es mi anhelo, naturaleza que es mi espíritu.
Cada siglo somos mas vulnerables a las inclemencias de la sociedad, mas atados a ciudad y sus estúpidos hábitos, porque eso son actos desmedidos por despojarnos de nuestra verdadera cosmovisión, enraizada en nuestros pies indígenas y nuestras manos mestizas.

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