"Entonces los y las muiscas, caminantes de las imponentes montañas, paisanos de cóndores y ranas, comprendieron que no eran tres las semillas, sino una, una semilla diversa, que se fue haciendo más diversa conforme los hombres y mujeres de los distintos colores y alturas las fueron sembrando en las tierras negras, en las tierras amarillas, en las tierras rojas y hasta en las aguas. Fríjoles naranjas, maíces rojos, ahuyamas amarillas, y así. De esa unidad diversa aprendimos los muiscas, de esa unidad diversa sobrevivimos. Por eso, cada vez que un o una muisca siembra la Milpa, se siembra a sí misma, a su familia, a su pueblo."
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