pares opuestos complementarios: nada y mundo, oscuridad y luz, pareja de aves, Sol y Luna, hombre y mujer. A pesar del interés de Simón por interpretar teológicamente esta Noticia –o fragmento mínimo– de la creación del mundo, es posible percibir aspectos
cosmogónicos aborígenes, como el de un principio cósmico, luminoso e impersonal, del que no es «tan claro» afirmar que crea o cría, sino que más bien despliega, desata o irradia. En un mundo que parece ya estar precreado, las aves desplegadas desde Chiminigagua
son las que infunden el aliento vital: luz, calor y respiración al mismo tiempo.
Es de resaltar que las grandes aves eran negras mientras que su aliento o aire era «lúcido» o resplandeciente. Las aves son una de las parejas cocreadoras que caracterizan las diversas versiones muiscas sobre el origen: por ejemplo, Bachué y su hijo de tres años, quienes a su vez son una pareja de serpientes; o Ramiriquí-Tunja y Sogamoso, quienes se transforman en el Sol y la Luna. Los motivos iconográficos de cabezas de aves, con pico corto y curvo y opuestas diametralmente,
son muy recurrentes en la orfebrería muisca, y su simbolismo se conecta
con el tema del «vuelo magico» chamánico. En los pequeños bastones –atributos de hombres sentados sobre banquitos rituales– las cabezas de aves son reemplazadas por espirales divergentes. Las cabezas de aves enfrentadas y las espirales divergentes son motivos intercambiables de generación, regeneración y trascendencia cósmica."
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