domingo, 21 de julio de 2019

Propósito universal en el corazón del mundo ENCUENTRO MUNDIAL ARCOIRIS 2019



Durante el tiempo que permanecí distante de la ciudad y la tecnología; me encontraba conectada a la naturaleza en uno de los territorios con mayor riqueza ambiental y cultural a nivel mundial: La Sierra Nevada de Santa Marta, este lugar idílico donde la luna se transforma acompasada por el trino de las aves, el suspiro de los árboles, el sonido de las quebradas y el crepitar del fuego. Un lugar de tesoros espirituales, y puntos que emanan la energía restauradora y sanadora.

Sé que la experiencia que quiero compartir no es posible describirla únicamente con palabras, pues muchas de las vivencias son impronunciables, pero quedan grabadas en lo más profundo del ser. Aun así, tratare de narrar algunos de los aprendizajes que este hermoso territorio me brindo.

Emprendí el viaje hacia la Sierra con el propósito de acudir al llamado de mis hermanxs a asistir al ENCUENTRO MUNDIAL ARCO IRIS 2019; allí me reuní con representantes de todo el mundo con la intención de tejer la unidad, la armonía y la sabiduría. Durante un mes, compartí cantos, danzas, palabras, reflexiones, visiones, alimentos, tejidos y energía con seres que tenían pintado su corazón de los colores refulgentes del amor. Fue un tiempo hermoso, donde alrededor del fuego central nos confirmamos que la profecía de los pacificadores arco iris es una realidad plausible.

Se realizaron varios círculos de visión, donde la tribu arco iris tuvo la oportunidad de compartir con la familia Arhuaca y aprender un poco sobre el contexto del territorio que estábamos habitando, sobre la cosmovisión que este pueblo originario tiene sobre el cuidado y equilibrio de la naturaleza. Desde estos primeros círculos de visión me sentí llamada a dejar plantada una semilla de pensamiento propositivo en este lugar, ya que hasta ese momento había recibido  muchos regalos del territorio como la mejoría de mi cadera, además mi corazón sentía la inspiración y la fuerza de la montaña para coo-crear la visión universal que en ese momento se manifestaba en las palabras compartidas y que me interpelaban a manifestarla, labor que me sigue movilizando a accionar.

En este punto, quiero compartir que sentí que esta visión universal se tejía a mi historia personal y que de algún modo toda la preparación de estos años, mi motivación personal y mi amor hacia la vida convergía en ese instante eterno de revelación, claridad y elevación. Así mismo, las plantas maestras confirmaron que debía continuar por este sendero. En varias ocasiones tuve que afrontar pruebas, me enfrente a mi propia incertidumbre, combatí la enfermedad, me sentí vulnerable, me caí una y otra vez, tuve dilemas de amor, me debatí entre el vacío y la saciedad, viví el movimiento, la quietud, enfrente miedos, me libere de cosas materiales, me despoje de cargas y necesidades, navegue mundos y encontré la unidad del espíritu en la quietud y el movimiento. Tuve momentos de desespero, de locura, otros de satisfacción, epifanía y en este fluctuante panorama encontré la unidad del espíritu que todo lo colma y que también me habita eternamente amoroso, ilimitado y totipotente.

Debido a esto pude profundizar en mi esencia e ir más allá de las ilusiones que en ocasiones me asechaban. Conociendo la naturaleza que me rodeaba y a la cual pertenezco pude continuar por el sendero, desquebrajando los patrones limitantes que estaban alimentado por generaciones. Y continúe, reconociendo que nada de lo que materialmente he intelectualmente he logrado tiene más sentido que los genuinos avances que hace el espíritu al despojarse del propio ego y su sentimiento de superioridad. Pues, cuando el espíritu se reconoce de verdad, se da cuenta que nunca estuvo separado y que la totalidad es el escenario de su evolución.

Después del encuentro compartí con una numerosa y hermosa familia Arhuaca donde aprendí muchos valores de trabajo colaborativo, unidad y economía del hogar. Allí pude reconocer mi ignorancia, ya que me di cuenta de las equivocaciones que por orgullo había cometido y de lo pretenciosa que había sido, entonces me entregue humildemente a labores que antes consideraba aburridas, sin sentido, despilfarradoras o incluso humillantes; como la cocina, el lavado de la ropa y el aseo. Esto, lo comento porque nací en una familia acomodada donde nunca vi la necesidad de realizar las labores domésticas porque hasta joven hacían todo para mí  y cuando tuve que empezar a hacerlo por mi cuenta, me costó mucho. También aprendí tejido y tuve tiempo para compartir con los niños canciones, dibujos, palabras y tejidos. Es este lugar pude evidenciar la abundancia que brota de la tierra pues cada día nos alimentábamos de los cultivos de la familia que ellos mismos cosechaban y algunas ocasiones comíamos animales que ellos criaban o iban a cazar. Fue un momento de fortalecerme, pues tuve que acoplarme a sus dinámicas y soportar algunas críticas por mi mentalidad occidental. Siento que fue una prueba superada, pues de algún modo me prepare en un campo antes inexplorado, viví en el campo sin la idea romántica que se tiene de él y tuve la oportunidad de reconocer mi valía aun cuando ante otros ojos era una inexperta.

Todo este esté entrenamiento tuvo sentido cuando llegue a convivir con otra familia, la cual se encontraba realizando un fuerte trabajo espiritual con el propósito de adquirir autonomía sobre el uso de su territorio y fortalecerse culturalmente. Fue muy grato ver que aunque se encontraban en un trabajo con solo miembros de la comunidad Arhuaca, me abrieron las puertas como si fuera parte de su comunidad y después de varias consultas que los Mamos hicieron, me permitieron entrar al trabajo espiritual que estaban realizando y que culmino con mi “bautizo” para que la tierra reconociera la ofrenda que realice durante ese tiempo. Para mí, este es un regalo espiritual inconmensurable, pues a través de este me abrieron la puerta para continuar trabajando por la visión de construir centros de formación (kankuruas) para la sanación,  formación, y bienestar de los seres que habitamos la tierra.
Ahora estoy de regreso recapitulando el camino que recorrí en mi estancia la Sierra Nevada de Santa Marta, hoy con el respaldo espiritual de unas familias de la comunidad Arhuaca para continuar con mi misión de poder llevar apoyo y manifestar la visión que se revelo desde el arcoíris mundial hasta los últimos días en los que pise ese sagrado territorio. Con toda la gratitud hacia la tierra por brindarme la claridad y las herramientas para seguir con mi espíritu firme y dispuesto a sembrar su semilla de protección y resiliencia en el corazón del mundo.

Atentamente, Gundiati Ate (Valentina Castaño)
21/07/2019